Reporte del Presidente de la CEBA: Hugo Márquez

Pentecostes 2022Pentecostés era una de las tres fiestas más importantes de Israel, junto con Pascuas y la de los Tabernáculos (o Enramadas).

Por lo menos, una vez al año, todo buen judío debía descender a Jerusalén para participar de una de ellas.

En su origen, tenía un sentido agrícola y se la conocía como «Fiesta de la Cosecha» (o de las Primicias).

Era al comienzo de la primavera y sucedía 50 días después de Pascuas, por eso se le llega a conocer como Pentecostés.

Se consideraba una fiesta de acción de gracias por los primeros frutos de la cosecha.

Al salir de Egipto, donde la agricultura dependía de las crecientes del río Nilo, el Señor promete enviar la «lluvia temprana», que sucedía en otoño para preparar la siembra; y la «lluvia tardía» que era en Primavera para que el trigo madure y se levante la cosecha:

«Vosotros también, hijos de Sion, alégrense y gócense en Jehová vuestro Dios; porque les enviará la primera lluvia y a su tiempo enviará la lluvia tardía«. (Joel 2:23)

A partir de ahora, los israelitas no dependerían más del ciclo anual de crecimiento del río, sino de la provisión de Dios que enviaría del cielo. Dependerían de una promesa, una palabra de Dios:

«Yo daré la lluvia a vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano tu vino y tu aceite». (Dt.11:14).

Esta fiesta era muy alegre y jubilosa, no sólo porque habían levantado la cosecha, sino que también habían comprobado la fidelidad de la promesa de Dios.

Posteriormente las Escrituras dan un significado espiritual y profético para esta «lluvia temprana y tardía«, referida a la venida del Mesías:

«El vendrá a vosotros como la lluvia, como la lluvia temprana y la tardía a la tierra» (Os 6:3).

Justamente en Pentecostés es derramado el Espíritu Santo sobre toda carne (judíos, samaritanos y gentiles) y así comienza el tiempo de la cosecha.

Pentecostés es el derramamiento de su Espíritu, como lo era la Lluvia Tardía, para levantar la cosecha.

Los discípulos que habían sido  comisionados para “Ir y hacer discipulos en todas las naciones”, no podían comenzar esa tarea hasta que fueran “investidos de poder de lo alto”.

La tarea asignada no era posible llevarla a cabo, ni lo es actualmente, sin la asistencia, autoridad y poder, del Espíritu Santo.

Por eso, el Señor les anuncia a los primeros discípulos que no se apresuren, que permanezcan unidos hasta que recibieran la promesa del Padre; esa lluvia tardía que permitiría la Gran Cosecha que perduraría hasta el final de los tiempos.


Este es un TIEMPO DE COSECHA Y NO DE SIEMBRA.

El derramamiento del Espíritu Santo empoderó a la iglesia para levantar abundantes frutos (mies).

Jesús dijo que los frutos (la mies) eran muchos y, comparativamente, los obreros eran pocos.

Su exhortación es que “oren para que el Señor envíe más obreros a su mies”, mas obreros a cosechar.

Hoy la Iglesia debe volver a enfocarse en lo que al Señor le preocupa, en lo que Él ha determinado para su Iglesia: “Hacer discípulos en todas las naciones…».

No podemos distraernos ni entretenernos en otras cosas más que aquellas para lo cual JESUCRISTO constituyó y empoderó a la Iglesia.


Pastor Hugo Marquez

Presidente de la Confederación

Evangélica Bautista Argentina